Schrödinger se quedó preso del pánico con la teoría cuántica, pues parecía que el universo y sus leyes ya no eran objetivas. Para poder entender sus implicaciones, ideó un juego mental que implicaba un organismo macroscópico, como un gato, un dispositivo cuántico y un sistema de toma de conciencia, como abrir una caja.
Todo ello lo ideó en un estado de mofa a los recientes descubrimientos de su época, como la superposición cuántica.
Pero lejos de tener el efecto deseado por Schrödinger, resultó que el mundo cuántico, y eso significa todo lo existente en el universo ya sea microscópico o macroscópico, obedece sus leyes. Y todo, absolutamente todo, colapsa al ser observado. En el argot de los físicos se dice que colapsa la función de onda.
Esto tiene unas implicaciones filosóficas sin precedentes. Resulta que en el momento de toma de conciencia de un sistema, este colapsa en un resultado de todos los posibles.
Si tenemos un dado de seis lados, enumerados del uno al seis dando vueltas dentro de una caja, solo en el momento de abrir la caja y observar en su interior sale un posible resultado. No obstante, antes de abrir la caja, el dado estaba en los seis resultados posibles a la vez, estaba en superposición cuántica.
Por ende, si todo en el universo obedece a este fenómeno, incluyéndonos a nosotros mismos, podemos deducir que el futuro es una posibilidad, nunca un evento preestablecido, porque el futuro aún no lo hemos observado. El futuro es una posibilidad ante un infinito de posibilidades, que únicamente colapsa en una de ellas al ser observado por un observador consciente.
El pasado está colapsado porque lo hemos observado y siempre estará eternamente congelado para ser visitado, siempre que la tecnología lo permita. (Hoy ya tenemos el cristal del tiempo de Google). Pero el futuro es mucho más excitante, pues en cada nanosegundo se presenta ante nosotros todas las posibilidades posibles, colapsando una de ellas con nuestra consciencia impulsada por nuestra voluntad. Nunca se puede predecir el futuro, eso forma parte del pasado basado en la mecánica newtoniana, que entiende al universo como un enorme reloj predecible. Hoy en día ,con las teorías cuánticas, todo el universo mecanicista se ha desmoronado como un castillo de arena formado por partículas.
Pero, ¿cómo se adapta la astrología a todo esto?
Normalmente, la astrología, para predecir eventos futuros se basa en los tránsitos, es decir; imaginar las posiciones planetarias futuras y deducir los resultados con arquetipos preestablecidos. Dando a entender que no hay observador porque son los propios planetas quienes colapsan el posible resultado. Se olvidan del observador, del ente consciente que es el que realmente colapsa el presente, dando un resultado u otro.
En el universo las cosas parecen funcionar así, para que un resultado sea posible se necesita un observador consciente, no un planeta, ni un ser humano observando posibles posiciones planetarias, sin tener en cuenta la conciencia de los seres humanos implicados. El futuro lo creamos en cada momento, al observar un sistema; los planetas, casas y signos solo forman parte del sistema. Cada ser humano tiene su propio futuro, generando infinitos universos con infinitas variables del mismo evento.
El universo es cuántico, la astrología también.
Albert Boada